Venezuela se dice es líder en América Latina en la lucha contra los agentes degradadores de la capa ozono, nos parece aplaudidle y loable que ocupemos niveles superlativos en este sentido, pero preguntamos como estamos con el control de los agentes degradadores del ambiente, especialmente en áreas que deberían considerarse estratégicas en cuanto a la preservación de montañas y serranías de donde nos proveemos de agua tanto para el consumo humano como para la producción industrial y agropecuaria.
Debemos reconocer que estos últimos diez años hemos conquistado logros importantes para el bien social del pueblo venezolano, históricamente hemos superadorbarreras de demandas sociales en la educaciòn, la salud e infraestructuras que el estado adeudaba a las comunidades y evidentemente estamos ante nuevas disyuntivas, por ello es bueno ser críticos ante los retos que nos quedan por superar.
Dos registros importantes que debemos considerar, uno es el problema de la distribución de agua para el consumo humano en cientos de poblaciones interioranas y la degradación persisten del sistema de montañas y cuencas de la serranías centrales de Venezuela, el problema ambiental que resulta un reto impostergable.
El Presidente Chávez ha dicho una y cien veces el cuidado que hay que tener con el problema del ambiente porque que de este cuidado derivan una serie de circunstancias de donde depende el desarrollo del país. Lo cierto es que a los llamados del Presidente se le ha hecho caso omiso.
La gran mayoría de los pueblos que conforman el eje norte llanero, tiene problemas con la distribución de agua, bien por la caducidad de los sistemas de distribución o por no contar con embalses o infraestructura de acopio suficientemente capacitada para suplir a una población que ha crecido vertiginosamente en los últimos 30 años.
Nombre usted alguna ciudad o pueblo de Guárico o Anzoátegui, por tomar dos ejemplos, que no tenga este problema del agua. Y no lo digo para desprestigiar a nadie, sino que es la verdad, lamentablemente hay que decirlo, duélale a quien le duela.
Viaje usted a cualquier pueblo de Guárico y pregunte en cualquier casa de vecino para tener un testimonio de la gravedad de la ausencia o racionamiento del agua, en un país de aluviones, flanqueado por serranías donde no sabemos cuanta agua cae cada año porque los sistemas de registros para medir la pluviométrica fueron desmantelados por el Ministerio del Ambiente hace algunos años.
El segundo caso de gravedad es la de la deforestación incontrolable en la cuencas serranas, no ha parado, miles de hectáreas de montañas caen al suelo dejando desguarnecido los sistemas ecológicos que permiten no sólo equilibrar la emisión de gases tóxicos sino controlar la violencia de la caída de la lluvia agua sobre el suelo lo que a su vez sigue afectando todos los años a cientos de poblaciones localizadas cerca de las cuencas de los ríos, este año no fue diferente a los pasados porque el desequilibrio ecológico universal nos golpea cada vez más fuerte y con mayor intermitencia.
Si queremos ser responsables con esta Revolución y con el pueblo venezolano tenemos que reconocer esta verdad, que no ha sido asumida por los mandos de base, alcaldes, concejales, gobernadores y que también los altos mandatarios reconozcan y asuman el llamado que hacemos en nombre de quienes sufren las dificultades de no contar con agua para vivir, en un país que cuenta con las mejores condiciones geográficas y el beneficio de la red de altas latitudes suficientes para suplirse de agua para su consumo.
Ha faltado voluntad política, tenemos que reconocerlo, nos ha consumido el presentismo y la coyuntura inmediata, el tema no debe ser considerado dentro del camino electoral por el que ahora transitamos, no es un tema para el debate de quienes mejor que quien, la destrucción, falta de control y la no aplicación de los protocolos establecidos en las leyes que regulan y norman la dinámica de la protección ambiental, así como los planes de protección de áreas que deben ser consideradas bajo régimen especial, es un problema estratégico y como tal debe ser considerado.
La defensa de la Revolución pasa no sólo por el ímpetu de salir a la calle cuando nos agredan desde afuera sino por defendernos desde adentro y asumir que tenemos debilidades que debemos corregir y que sólo con voluntad política y el ánimo de lograr superar las insuficiencias arrastradas de la Cuarta República, podemos lograr la plena felicidad que anhela y merece el pueblo venezolano
Aldemaro Barrios Romero
venezuelared@gmail.com
miércoles, 24 de septiembre de 2008
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