lunes, 17 de septiembre de 2007

Las enseñanzas de los ancestros caribanos.



Nos hemos acostumbrado a ver el pasado como un adagio nostálgico, cuando en él se encuentra la memoria de nuestro presente. Lo digo porque revisando notas del etnógrafo franco venezolano Marc de Civrieux consigo sentido de actualidad en la manera como los aborígenes caribanos educaban a sus niños.

Hoy cuando en Venezuela intentamos reivindicar la cultura aborigen tanto americana como africana en el artículo 100 de la propuesta de Reforma Constitucional hecha por el Presidente Chávez, no damos cuenta cuan rica y fecunda como significativo resulta el reconocimiento en la carta magna de esas raíces culturales.

Un legado de los caribes y su manera de educar a los niños nos convoca a valorar lo que Pablo Freire sistematizó para definirlo como el aprendizaje dialógico, cuando los cumanagotos entre otras etnias ejercitaban la pesca, la caza y otras prácticas cotidianas frente a sus hijos sin intervención, ni consejos de nadie, basadas en sus propias facultades de observación y en el aprendizaje imitativo.

Marc de Civrieux lo destaca en su libro Los Cumanagotos y sus vecinos (Fondo Editorial del Caribe 2006) al destacar que durante la niñez, las familias caribanas dejaban en libertad a sus hijos para que ellos en un proceso lúdico imitativo desarrollaran habilidades físicas y cognitivas.

Los adultos caribes fabrican y construyen para sus niños pequeñas imitaciones de flechas, arcos, pequeños canaletes y canoas es decir juguetes infantiles pero al modo de los instrumentos utilitarios de su diario que hacer. Existen registros de los cronistas españoles durante los siglos XVI y XVII que destacan esa tradición caribe.

Fray Antonio Caulin fue uno de esos cronistas quien destacó en su obra Historia de la Nueva Andalucía escrita en la centuria del 1700 (Academia de la Historia 1966) detalles de estos modos de vida de nuestros aborígenes: “Desde muy niños se hacen muy diestros en el uso de las flechas” escribía el sacerdote misionero.

Destaca Caulin que “lo que un anciano manda a un joven lo ejecuta sin réplica ni reparo aunque sea o no su pariente”. Y es que desde la pubertad comienza un proceso de corrección y de presencia de la autoridad para que el joven asuma responsabilidades sociales, lo que en sus primeros años de infancia no sintió.

Los japoneses también aplican a sus infantes el mismo sistema, al dejarlos libres hasta los cinco años, luego viene la disciplina que los ha hecho un pueblo tan creativo y desarrollado.

La diferencia es que aquí en este lado de América nos borraron esas costumbres aborígenes, tan fecundas para el desarrollo del ser humano y nos impusieron las enseñanzas del temor a la autoridad y el “NO” como una práctica de enseñanza que nos cohíbe y nos hace timoratos desde niños hasta adultos.

Queda mucho que aprender sobre la cultura caribe o cariña como algunos especialistas significan que fue el nombre original de nuestras etnias, que todavía los académicos discuten al indicar que hasta los vocablos fueron confundidos.
Aldemaro Barrios Romero
.aldemarobar@yahoo.es

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