domingo, 7 de febrero de 2010
Alerta naranja
Cuando el país se debate entre los gritos histéricos de la adolescencia política oposicionista y sus respectivos abultamientos mediáticos nacionales e internacionales, la nación, como otras del hemisferio, es afectada por el fenómeno de calentamiento climático y una continua y persistente desaparición de bosques por efecto de la tala y la quema indiscriminada, especialmente en zonas altas, cuyos árboles siguen cayendo hacia la aridez de una tierra cada vez más desolada.
Para muestra las estadísticas de la FAO ofrecidas hacia el año 2001 daban cuenta de que “durante la década de los 70, los bosques de Venezuela fueron talados a razón de 245.000 hectáreas por año (FAO, 1988).. En la década de los 80 la destrucción aumentó en forma dramática, para alcanzar un promedio de 600.000 hectáreas por año (FAO: FOREST RESOURCE ASSESSMENT 1993). Sólo en esta década años se destruyeron en el país 6 millones de hectáreas de bosques”.
¿Quiénes eran los responsables entonces? Ya lo sabemos pero ¿cuál nuestra responsabilidad hoy?. Definitivamente diseñar políticas impactantes conducentes a neutralizar la desaparición de bosques con especial atención sobre zonas altas serranas que es donde se desarrolla el mayor ciclo de evaporación, densificación y enfriamiento de las nubes que nutrirán las fuentes acuíferas para el consumo humano.
Por experiencia propia conocí la sordera de algunos funcionarios medios de ambiente en este proceso revolucionario sobre proyectos y propuestas destinadas a neutralizar este fenómeno en regiones puntuales como la Serranía Maestra del Interior, tan agravante como el calentamiento global es la indiferencia oficinesca, luego me di cuenta que algunos eran los mismos burócratas que durante las décadas de la Cuarta República nada hicieron para asumir posturas de responsabilidad para la conservación ambiental.
Centros ecológicos de desarrollo endógeno combinando la acción socioproductiva que apliquen programas técnicos con rubros como el plátano concertadamente con la siembra de especies perennes, un paso más allá de la Misión Árbol, permitirán una recuperación lenta pero progresiva de suelos afectados por talas y quemas anuales especialmente en zonas serranas. Por ello la producción intensiva en vez de la extensiva es una acción revolucionaria urgente impostergable para la defensa estructural de este Proceso Bolivariano.
Aldemaro Barrios Romero
venezuelared@gmail.com
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