lunes, 29 de marzo de 2010
Angel Avila: del romancero llanero
Conocí a Ángel Ávila en su pueblo natal, en su casa, en la Mercedes del Llano (Guárico), llegue de improvisto tan sólo preguntando por su nombre. Él cortésmente me invitó a pasar e inmediatamente comenzamos una amistad de total reconocimiento sobre la idiosincrasia llanera y ese universo de poesía que contenía su vida, sus canciones su reflexión sobre la vida con total desprendimiento y confianza.
A decir del también interprete y compositor Don Eneas Perdomo, Ángel Ávila era el mejor romancero del llano, esta calificación del maestro Perdomo tiene una doble significación, primero el carácter histórico que se le debe a este mercedeño guariqueño en cuanto a la creación poética y en segundo lugar el entendimiento de que a pesar de su poca difusión, es ciertamente una cantera del verso-acción vital, es decir lo descriptivo simbólico de la canción romancera en tiempo real cuando identifica y expresa la vida cotidiana del llanero.
Uno de esos versos hecho canción fue “Soy un llanero orgulloso” que el mismo Ángel, ante mi pregunta, no recordaba la fecha ni el lugar cuando los escribió, no obstante ese poema es altamente identificador del proceder de un hombre enamorado de una mujer, de una tierra, de un cielo que son la hechura del llanero. “Soy un llanero, aunque riquezas no tengo pero me siento feliz por nacer en este suelo, tierra de hombres honorables que sufren mirando el cielo pero nunca se doblegan porque no conocen miedo”.
Así como esa otras canciones, que en la voz de otros interpretes, se escucharon por la radio y la televisión venezolana como lo fue “Lamento del canoero” (1969), más allá del romance que fue la ley de Ángel Ávila estaba su condición de campesino sabanero que compartió escenarios con destacados copleros de los tiempos cuando estos eran rigurosamente seleccionados para grabar discos bajo la mirada observadora y el oído escrutador de Jacinto Martínez Orozco y Omar Moreno Gil, en los años cuando la firma disquera Cachilapo no tenía competencias para sacar un disco exitoso al duro mercado del género del joropo venezolano.
A su lado, siempre, Bárbara, quien vivió a la sombra de su “Bonito Araguaney” compuesto por Ángel para su esposa, para ella, como lo decía contenta a sus amigos y conocidos con el orgullo de ser su compañera y diligente protectora con quien compartió las verdes y las maduras y quien en silencio lo reclamó para que estuviera con ella en el cielo, un año después de partir para siempre.
Ángel Ávila sabía que sus romances contenían la raigambre del suelo y cielo espacioso que es el llano que cabe en el pecho de los que allí habitan, “hombres que huelen a botalón y tranquero, a corral de madrugada y a becerro en el chiquero, a soga rejo y totuma, silla y potro cerrero” como decía orgullosamente, pero en el infinito lugar de sus creaciones, está un drama mucho más ancestral que contiene la amalgama de la nostalgia india, el lamento del arriero árabe y las armonías del cuatro medieval que llevaron los jesuitas en vihuelas que luego se convirtieron en guitarrillas (cuatro) y que conjugaron en estos tiempos los cantares y los romances de Ángel Ávila
Estos tiempos reclaman el reconocimiento de nuestros valores patrimoniales como Ángel Ávila y que debemos como deuda al pueblo venezolano en la consecución de sus derechos culturales y en el afianzamiento de la soberanía nacional.
Aldemaro Barrios Romero
venzuelared@gmail.com
viernes, 19 de febrero de 2010
Organización y formación: nuestras prioridades
Hemos dicho en diversas oportunidades que la Revolución Bolivariana transita un momento histórico de desenlaces en el que los avances hacia el socialismo se verán frenados por enemigos internos y enemigos externos y este año de elecciones parlamentarias se pone a prueba la capacidad que tiene el pueblo organizado para ocupar posiciones de avanzada y lograr victorias que ayuden a consolidar el proceso revolucionario.
Sin embargo la coyuntura electoral debe servir para consolidar posiciones estructurales en la lucha por el socialismo y afianzar el poder popular como objetivo de largo aliento. Visto así los que nos debemos y trabajamos el tema mediático como eje transversal de lucha debemos dedicarnos a comprender a conciencia las necesidades y prioridades que nos planeta la actual situación política en el mediano y largo plazo..
Esas prioridades a mi modo de ver están en la formación de cuadros del pueblo y en hacer uso de los recursos mediáticos de manera inteligente, creativa, crítica y en poner a disposición del soberano de los recursos metodológicos para el manejo de sofisticadas tecnologías con contenidos políticos e ideológicos avanzados.
La otra prioridad es el uso de la inteligencia en todos los ámbitos, la social, la colectiva, las investigaciones en los procesos vitales para el desarrollo del país donde debe estar como primer frente las prioridades sociales y las estructurales, la producción, la alimentación, la educación, el ambiente, la seguridad, los servicios públicos, es decir nuestros recursos vitales.
Es una necesidad salir victoriosos de esta coyuntura electoral pero también pensar en el largo aliento que le dará oxigeno a la Revolución Bolivariana y ello pasa por la comprensión de un estado nuevo, que se ajuste a las aspiraciones del pueblo venezolano. El camino es duro porque este estado se resiste y se duele cada vez que se le tocan sus llagas, que será necesario extirpar para construir el estado socialista.
Aldemaro Barrios Romero
venezuelared@gmail.com
Fotos: Miguel García Moya. Serie "Pume"
jueves, 11 de febrero de 2010
Quemar al país, salvar al país.
Quemarlo todo pero esconder el tizón antes de tirarlo al pajonal, que más no quisieran quienes se oponen irracionalmente a la construcción de un nuevo modelo de civilización socialista, no dudo que los oposicionistas piensan en generar caos para culpar al Gobierno Bolivariano de que la tragedia hemisférica del calentamiento global es culpa de Chávez.
La verdad ciertamente es que tenemos que tomar las precauciones debidas y prepararnos para otro ensayo de resistencia como otras veces lo ha hecho el pueblo venezolano al enfrentar dificultades como las que se nos plantea en términos de ahorro electricidad, del uso racionado del agua potable y de cambiar algunos malos hábitos que tenemos que desaprender con un pueblo organizado y disciplinado.
Ha comenzado un período severo de sequía que probablemente dure hasta el mes de mayo, veremos arder montañas, seguramente el 20% de bosques que quedan al norte del Río Orinoco podrían ser reducidos a una peor condición, por ello hay que actuar desde ya.
De las tareas prioritarias de esta Revolución esta la seguridad alimentaria pero sobre todo la preservación de las fuentes forestales donde se esconde la vida, el agua, las nubes y el futuro de este país y ello corre por cuenta de los cuerpos de seguridad forestal pero también los consejos comunales y del pueblo organizado.
Será una prueba dura que sabremos afrontar con dignidad para responder a la irresponsabilidad de los países industrializados del mundo y a cuarenta años de desgobierno que todavía arrastra consecuencias nefastas para la República Bolivariana de Venezuela.
Aldemaro Barrios Romero
venezuelared@gmail.com
domingo, 7 de febrero de 2010
Alerta naranja
Cuando el país se debate entre los gritos histéricos de la adolescencia política oposicionista y sus respectivos abultamientos mediáticos nacionales e internacionales, la nación, como otras del hemisferio, es afectada por el fenómeno de calentamiento climático y una continua y persistente desaparición de bosques por efecto de la tala y la quema indiscriminada, especialmente en zonas altas, cuyos árboles siguen cayendo hacia la aridez de una tierra cada vez más desolada.
Para muestra las estadísticas de la FAO ofrecidas hacia el año 2001 daban cuenta de que “durante la década de los 70, los bosques de Venezuela fueron talados a razón de 245.000 hectáreas por año (FAO, 1988).. En la década de los 80 la destrucción aumentó en forma dramática, para alcanzar un promedio de 600.000 hectáreas por año (FAO: FOREST RESOURCE ASSESSMENT 1993). Sólo en esta década años se destruyeron en el país 6 millones de hectáreas de bosques”.
¿Quiénes eran los responsables entonces? Ya lo sabemos pero ¿cuál nuestra responsabilidad hoy?. Definitivamente diseñar políticas impactantes conducentes a neutralizar la desaparición de bosques con especial atención sobre zonas altas serranas que es donde se desarrolla el mayor ciclo de evaporación, densificación y enfriamiento de las nubes que nutrirán las fuentes acuíferas para el consumo humano.
Por experiencia propia conocí la sordera de algunos funcionarios medios de ambiente en este proceso revolucionario sobre proyectos y propuestas destinadas a neutralizar este fenómeno en regiones puntuales como la Serranía Maestra del Interior, tan agravante como el calentamiento global es la indiferencia oficinesca, luego me di cuenta que algunos eran los mismos burócratas que durante las décadas de la Cuarta República nada hicieron para asumir posturas de responsabilidad para la conservación ambiental.
Centros ecológicos de desarrollo endógeno combinando la acción socioproductiva que apliquen programas técnicos con rubros como el plátano concertadamente con la siembra de especies perennes, un paso más allá de la Misión Árbol, permitirán una recuperación lenta pero progresiva de suelos afectados por talas y quemas anuales especialmente en zonas serranas. Por ello la producción intensiva en vez de la extensiva es una acción revolucionaria urgente impostergable para la defensa estructural de este Proceso Bolivariano.
Aldemaro Barrios Romero
venezuelared@gmail.com
sábado, 1 de noviembre de 2008
Presentan libro que rescata resistencia indígena en Venezuela
CARACAS, 30 de octubre (PL).— El libro Tomuzas: alba de la resistencia aborigen, que rescata la defensa de la identidad indígena en Venezuela fue presentado hoy aquí con un llamado de su autor, Aldemaro Barrios, a defender la soberanía de los pueblos.
Si no protegemos y practicamos nuestra identidad estamos fregados (perdidos), expuso el académico durante la presentación de la novela de ficción histórica que relata la resistencia de los tomuzas ante la conquista y colonización española en los siglos XV, XVI y XVII.
Nos han enseñado desde siempre que los españoles ganaron esas guerras por la superioridad militar, pero ese punto es cuestionado hoy día porque hay evidencias contenidas en algunos documentos que dicen lo contrario, afirmó Barrios.
Documentos de cronistas españoles señalan que durante un período importante de la conquista, los españoles sufrieron importantes derrotas por parte de esta etnia hoy desaparecida, precisó.
De este pueblo que luchó por más de 250 años y que resistió valerosamente, hoy lo único que conocemos es un pequeño pueblo en el estado de Miranda, lamentó el investigador histórico.
Este es un libro que dignifica a los indígenas que le ganaron la guerra a los españoles, comentó Barrios al llamar a llevarle esa enseñanza a niños y jóvenes en las escuelas.
No se trata de rencores, se trata de protección de la soberanía, manifestó. El presidente del Centro Nacional de la Historia, Arístides Medina, calificó de oportuno el texto, porque dijo- estamos en tiempos de Revolución e inclusión.
Es la primera vez que los excluidos toman sus espacios, argumentó el ex director de la Biblioteca Nacional de Venezuela.
Si no protegemos y practicamos nuestra identidad estamos fregados (perdidos), expuso el académico durante la presentación de la novela de ficción histórica que relata la resistencia de los tomuzas ante la conquista y colonización española en los siglos XV, XVI y XVII.
Nos han enseñado desde siempre que los españoles ganaron esas guerras por la superioridad militar, pero ese punto es cuestionado hoy día porque hay evidencias contenidas en algunos documentos que dicen lo contrario, afirmó Barrios.
Documentos de cronistas españoles señalan que durante un período importante de la conquista, los españoles sufrieron importantes derrotas por parte de esta etnia hoy desaparecida, precisó.
De este pueblo que luchó por más de 250 años y que resistió valerosamente, hoy lo único que conocemos es un pequeño pueblo en el estado de Miranda, lamentó el investigador histórico.
Este es un libro que dignifica a los indígenas que le ganaron la guerra a los españoles, comentó Barrios al llamar a llevarle esa enseñanza a niños y jóvenes en las escuelas.
No se trata de rencores, se trata de protección de la soberanía, manifestó. El presidente del Centro Nacional de la Historia, Arístides Medina, calificó de oportuno el texto, porque dijo- estamos en tiempos de Revolución e inclusión.
Es la primera vez que los excluidos toman sus espacios, argumentó el ex director de la Biblioteca Nacional de Venezuela.
LA FICCIÓN DE LOS OLVIDOS
Debo recordar a Eduardo Galeano quien recientemente en una conferencia en Córdoba, Argentina para referirse al titulo honorífico de Doctor, contó que en una ocasión un ciudadano argentino de nombre Juan Rodríguez cuando tuvo su primer hijo y animado por el anhelo de este fuera doctor, lo bautizó con el primer nombre de Doctor y por supuesto el apellido del emocionado padre. De tal manera que el pequeño comenzó a llamarse Doctor Rodríguez desde sus primeros días, colocando una identidad que con seguridad podría darle beneficios o problemas a ese ser humano. La anécdota viene a propósito ya que quiero referirme, desde la perspectiva antropológica, al tema de las identidades perdidas y de la ficción de los olvidos. De manera que la anécdota de Galeano viene como anillo al dedo a lo que voy a referirme.
Hablando como cronista, los temas de la memoria histórica y la comprensión de nuestro pasado se observan a la luz de prismas ideológicos y filosóficos y del comportamiento de dos grandes sistemas de pensamiento mundial: el capitalista o el neoliberal (chisme histórico)positivista, fragmentario y el materialismo histórico (el análisis dialéctico), pero para no irnos tan lejos y tan profundo por el tiempo permitido y para comprender y reconocer lo que ha ocurrido con nosotros los venezolanos basta que revelemos algunas evidencias.
Empezando por lo que nuestros niños estudian en los libros de texto que sobre el tema histórico brindan un perfil incompleto de lo ocurrido en, por ejemplo, la guerra de “conquista”, que no se presenta como una situación dialectica de confrontación bélica entre dos bandos perfectamente enfrentados y la lucha de resistencia de los pueblos aborígenes contra la dominación española, sino que se presenta como “la conquista” como si hubiese sido un acto superioridad y luego de benevolencia europea santiguado por la iglesia y bautizado por los Papas, es la visión del ángulo dominador y aquí están dos libros que me permito presentar para mostrar evidencias.
Dice el libro de Historia de Venezuela de 7mo grado coordinado por Guillermo Morón: “La guerra de conquista significó la desaparición de numerosos pueblos y comunidades americanas por la superioridad militar de los europeos”. Editorial Santillana año 2008 y otro libro de la misma editorial pero del año 1997 textos Freddy Díaz también titulado Historia de Venezuela nos dice: El exterminio de millones de aborígenes en la guerra de conquista significó la desaparición de numerosos pueblos y comunidades americanas, gracias a la superioridad militar de los europeos y a pesar de la resistencia indígena”.
Estos libros son las obras de Historia de Venezuela para séptimo grado que más se venden en las librerías por lo menos del centro de Caracas donde averigüé.
No obstante, en las crónicas de los curas franciscanos, en otras fuentes bibliográficas y documentales, encontramos algunas evidencias de que la cosa para los españoles no fue tan fácil ni tan insignificante como nos la cuenta el académico e historiador autor de libros escolares sobre historia Guillermo Morón.
Hubo ciertamente algunos grupos, etnias enteras, que fueron desaparecidas del mapa, casi de manera extinta,(aparte de las de Cuba, Dominicana y Puerto Rico) incluso con nombre y todo en un período de más de 200 años, porque nada más que su recuerdo, bien como memoria o leyenda, significó una afrenta al nombrado músculo militar de los “conquistadores”, en otras palabras hubo grupos como los Tomuzas que durante un período importante de nuestra historia derrotaron militarmente en casi todas las campañas o empresas de conquista iniciadas por lo españoles desde Caracas, desde El Tocuyo o desde Barcelona durante los siglos XV, XVI y parte del XVII.
Los que somos aficionados a estas crónicas nos preguntamos ¿Pero cómo si desde que sabemos los españoles conquistaron estas tierras? Ahora podemos inferir y decir, casi 500 años después, que eso no es del todo verdad y que algunas etnias de nuestro patrimonio histórico resultaron una cuenta militar muy alta que tuvo que pagar la Monarquía española porque sólo por la vía de la paciencia religiosa y del continuo desprendimiento y resquebrajamiento de los valores morales y culturales de algunas etnias aborígenes fue posible, no sólo dominar sino prácticamente desaparecer un gentilicio como el de este pueblo guerrero numeroso y extenso de caribes conocidos como Tomuzas, que llegó a ocupar todo el territorio norte central costero de Venezuela
Esa etnia aborigen es uno de los ejemplos más patéticos de cómo a un pueblo lo tratan de desaparecer de la faz de la tierra por resistirse a los designios de los invasores españoles medievales, mediante un trato o más bien un maltrato cultural sistemático cuya orientación estratégica ya venía dada por el sabio español Nebrija, consultor de los Reyes Católicos, cuando en 1492 había dicho “el imperio será más imperio más por su lengua que por sus armas”,y esa practica la entendieron los franciscanos y la entienden los gobiernos imperiales de hoy cuando para poder dominar a otro tiene que fracturarse el hueso cultural del objetivo o del pueblo que se intente dominar, usando todos los medios posibles, la lengua, los nombres, la comida, la música, la vergüenza, el color de la piel, su pelo su bandera, su himno, sus gritos y cada una de las estructuras simbólicas que constituyen la cultura de un pueblo.
No exagero ni dudo en decir, aunque por ello se le critique a uno, que en el estudio y la investigación de esta etnia, se esconden una serie de valores y evidencias que pueden ayudar a comprender que la historia no es como hasta ahora nos la han contado y enseñado en la escuela y cuan nefasto fueron los comportamientos de los conquistadores y luego de los religiosos en este territorio, de cómo un hombre que trata de dominar a otro hombre usando los recursos menos insospechables para subyugarlo, someterlo y ponerlo de rodillas. Incluso hasta hoy día por la vía del olvido.
Aunque hay quienes piensan que se debe tener cuidado al decir lo que no se ha dicho y lo que expreso lo digo con absoluta responsabilidad porque antes de callarlo debo invitar a los historiadores y a los especialistas a revisar los métodos, a los docentes a revisar los libros de textos que nuestros niños leen, a hurgar en esas historias olvidadas con una visión trascendente y transformadora, científica y actual.
Empecemos por el nombre, todos tenemos nombre de identidad, somos venezolanos, si alguien viene hoy y nos dice “venecos” o “venenosos” para descalificarnos porque estamos “dando malos ejemplos de conducta” al defender nuestra soberanía e independencia están creando una simbología de la vergüenza para con nuestra identidad. Y aunque usted no lo crea el efecto es primero ponernos a dudar, si nuestra conciencia no esta clara.
El nombre de los tomuzas fue resignificado por los españoles para calificar “maraña de pelo” que es la acepción que muchos de nosotros entendemos por “tumuza” y fueron los dominadores, invasores en nombre de Dios y del Rey los que comenzaron a cambiar el sentido de una etimología cuyo significado, según un estudio titulado Huellas Katugua de Carmen Pares y Ramón González de la Universidad Central de Venezuela, “tomuza” significa en lengua caribe “montaña “ u “hombre de montaña”. Por allí comienza la dominación por cambiar o borrar la identidad y no es “un problema de discursos cuajados de remotos rencores” como lo dijo un articulista recientemente en Ultimas Noticias, es necesario revisar de nuevo nuestra historia pasada que es reciente.
Es el trato a la insurgencia, así siempre se ha tratado a la insurgencia con el castigo del olvido y de borrar identidades, aunque hay quienes indiquen que hay que tener cuidado. ¿Cuidado con qué? Que el español es una de las lenguas más glotofágicas de la tierra? Si, ah, pero porqué? Cual es el sentido de esa glotofagia? NO debe ser porque es natural y muchos menos PORQUE un rey manda a callar porque “HABLA EL REY” para poder merecer el Premio Príncipe de Asturias.
Luego “tumuza” se aplica solo a negros e indios, entonces nos fijamos en la eterna enfermedad del racismo y de la vergüenza étnica cuyo nombre y apellido es etnoracismo, que hoy esta vigente, escondida en el espíritu de algunos hombres y mujeres de estas tierras producto de acto de reducir la capacidad de los hombres para subvertir el orden de dominación para derrotar la insurgencia necesaria que libera a los pueblos de los anclajes coloniales que todavía tenemos en nuestras mentes.
Hoy nos convoca la urgencia de la lucha de las ideas pero también el rigor de la investigación científica, porque esta novela es solo una propuesta, un ensayo hecho ficción para interpretar un sentido de vida, sin excluir ni desentendernos de ninguno de los valores culturales que constituyen nuestra venezolanidad, pero si dignificando a cada uno de ellos.
De esta manera resulta interesante desentrañar este fenómeno socio histórico a luz de la experiencia de los tomuzas que aunque usted no lo crea, el último grupo organizado de estos aborígenes fue confinado a una reserva en las entrañas de una montaña en Barlovento (Minas de Apa y Carapa entre Panaquire y San Francisco de Macaira), sus niños fueron sometidos desde muy temprana edad al desconocimiento de sus capacidades culturales hasta que desaparecieron como pueblo, tal cual hoy a nuestros niños les muestran la llamada “conquista” como un acto heroico de los españoles, incluso hoy nosotros que somos adultos comunes, no académicos porque ellos tienen toda la sapiencia del estudio y las rutas metodológicas para encontrar verdades, nos extrañamos cuando nos dicen “mira los españoles no ganaron ninguna conquista” que aunque es difícil creer, no fue sólo un acto de ficción como lo es la novela Tomuzas, sino una realidad que estamos obligados a revisar científicamente para dignificar la verdadera historia de los pueblos originarios de estas tierras.
Aldemaro Barrios Romero.
Hablando como cronista, los temas de la memoria histórica y la comprensión de nuestro pasado se observan a la luz de prismas ideológicos y filosóficos y del comportamiento de dos grandes sistemas de pensamiento mundial: el capitalista o el neoliberal (chisme histórico)positivista, fragmentario y el materialismo histórico (el análisis dialéctico), pero para no irnos tan lejos y tan profundo por el tiempo permitido y para comprender y reconocer lo que ha ocurrido con nosotros los venezolanos basta que revelemos algunas evidencias.
Empezando por lo que nuestros niños estudian en los libros de texto que sobre el tema histórico brindan un perfil incompleto de lo ocurrido en, por ejemplo, la guerra de “conquista”, que no se presenta como una situación dialectica de confrontación bélica entre dos bandos perfectamente enfrentados y la lucha de resistencia de los pueblos aborígenes contra la dominación española, sino que se presenta como “la conquista” como si hubiese sido un acto superioridad y luego de benevolencia europea santiguado por la iglesia y bautizado por los Papas, es la visión del ángulo dominador y aquí están dos libros que me permito presentar para mostrar evidencias.
Dice el libro de Historia de Venezuela de 7mo grado coordinado por Guillermo Morón: “La guerra de conquista significó la desaparición de numerosos pueblos y comunidades americanas por la superioridad militar de los europeos”. Editorial Santillana año 2008 y otro libro de la misma editorial pero del año 1997 textos Freddy Díaz también titulado Historia de Venezuela nos dice: El exterminio de millones de aborígenes en la guerra de conquista significó la desaparición de numerosos pueblos y comunidades americanas, gracias a la superioridad militar de los europeos y a pesar de la resistencia indígena”.
Estos libros son las obras de Historia de Venezuela para séptimo grado que más se venden en las librerías por lo menos del centro de Caracas donde averigüé.
No obstante, en las crónicas de los curas franciscanos, en otras fuentes bibliográficas y documentales, encontramos algunas evidencias de que la cosa para los españoles no fue tan fácil ni tan insignificante como nos la cuenta el académico e historiador autor de libros escolares sobre historia Guillermo Morón.
Hubo ciertamente algunos grupos, etnias enteras, que fueron desaparecidas del mapa, casi de manera extinta,(aparte de las de Cuba, Dominicana y Puerto Rico) incluso con nombre y todo en un período de más de 200 años, porque nada más que su recuerdo, bien como memoria o leyenda, significó una afrenta al nombrado músculo militar de los “conquistadores”, en otras palabras hubo grupos como los Tomuzas que durante un período importante de nuestra historia derrotaron militarmente en casi todas las campañas o empresas de conquista iniciadas por lo españoles desde Caracas, desde El Tocuyo o desde Barcelona durante los siglos XV, XVI y parte del XVII.
Los que somos aficionados a estas crónicas nos preguntamos ¿Pero cómo si desde que sabemos los españoles conquistaron estas tierras? Ahora podemos inferir y decir, casi 500 años después, que eso no es del todo verdad y que algunas etnias de nuestro patrimonio histórico resultaron una cuenta militar muy alta que tuvo que pagar la Monarquía española porque sólo por la vía de la paciencia religiosa y del continuo desprendimiento y resquebrajamiento de los valores morales y culturales de algunas etnias aborígenes fue posible, no sólo dominar sino prácticamente desaparecer un gentilicio como el de este pueblo guerrero numeroso y extenso de caribes conocidos como Tomuzas, que llegó a ocupar todo el territorio norte central costero de Venezuela
Esa etnia aborigen es uno de los ejemplos más patéticos de cómo a un pueblo lo tratan de desaparecer de la faz de la tierra por resistirse a los designios de los invasores españoles medievales, mediante un trato o más bien un maltrato cultural sistemático cuya orientación estratégica ya venía dada por el sabio español Nebrija, consultor de los Reyes Católicos, cuando en 1492 había dicho “el imperio será más imperio más por su lengua que por sus armas”,y esa practica la entendieron los franciscanos y la entienden los gobiernos imperiales de hoy cuando para poder dominar a otro tiene que fracturarse el hueso cultural del objetivo o del pueblo que se intente dominar, usando todos los medios posibles, la lengua, los nombres, la comida, la música, la vergüenza, el color de la piel, su pelo su bandera, su himno, sus gritos y cada una de las estructuras simbólicas que constituyen la cultura de un pueblo.
No exagero ni dudo en decir, aunque por ello se le critique a uno, que en el estudio y la investigación de esta etnia, se esconden una serie de valores y evidencias que pueden ayudar a comprender que la historia no es como hasta ahora nos la han contado y enseñado en la escuela y cuan nefasto fueron los comportamientos de los conquistadores y luego de los religiosos en este territorio, de cómo un hombre que trata de dominar a otro hombre usando los recursos menos insospechables para subyugarlo, someterlo y ponerlo de rodillas. Incluso hasta hoy día por la vía del olvido.
Aunque hay quienes piensan que se debe tener cuidado al decir lo que no se ha dicho y lo que expreso lo digo con absoluta responsabilidad porque antes de callarlo debo invitar a los historiadores y a los especialistas a revisar los métodos, a los docentes a revisar los libros de textos que nuestros niños leen, a hurgar en esas historias olvidadas con una visión trascendente y transformadora, científica y actual.
Empecemos por el nombre, todos tenemos nombre de identidad, somos venezolanos, si alguien viene hoy y nos dice “venecos” o “venenosos” para descalificarnos porque estamos “dando malos ejemplos de conducta” al defender nuestra soberanía e independencia están creando una simbología de la vergüenza para con nuestra identidad. Y aunque usted no lo crea el efecto es primero ponernos a dudar, si nuestra conciencia no esta clara.
El nombre de los tomuzas fue resignificado por los españoles para calificar “maraña de pelo” que es la acepción que muchos de nosotros entendemos por “tumuza” y fueron los dominadores, invasores en nombre de Dios y del Rey los que comenzaron a cambiar el sentido de una etimología cuyo significado, según un estudio titulado Huellas Katugua de Carmen Pares y Ramón González de la Universidad Central de Venezuela, “tomuza” significa en lengua caribe “montaña “ u “hombre de montaña”. Por allí comienza la dominación por cambiar o borrar la identidad y no es “un problema de discursos cuajados de remotos rencores” como lo dijo un articulista recientemente en Ultimas Noticias, es necesario revisar de nuevo nuestra historia pasada que es reciente.
Es el trato a la insurgencia, así siempre se ha tratado a la insurgencia con el castigo del olvido y de borrar identidades, aunque hay quienes indiquen que hay que tener cuidado. ¿Cuidado con qué? Que el español es una de las lenguas más glotofágicas de la tierra? Si, ah, pero porqué? Cual es el sentido de esa glotofagia? NO debe ser porque es natural y muchos menos PORQUE un rey manda a callar porque “HABLA EL REY” para poder merecer el Premio Príncipe de Asturias.
Luego “tumuza” se aplica solo a negros e indios, entonces nos fijamos en la eterna enfermedad del racismo y de la vergüenza étnica cuyo nombre y apellido es etnoracismo, que hoy esta vigente, escondida en el espíritu de algunos hombres y mujeres de estas tierras producto de acto de reducir la capacidad de los hombres para subvertir el orden de dominación para derrotar la insurgencia necesaria que libera a los pueblos de los anclajes coloniales que todavía tenemos en nuestras mentes.
Hoy nos convoca la urgencia de la lucha de las ideas pero también el rigor de la investigación científica, porque esta novela es solo una propuesta, un ensayo hecho ficción para interpretar un sentido de vida, sin excluir ni desentendernos de ninguno de los valores culturales que constituyen nuestra venezolanidad, pero si dignificando a cada uno de ellos.
De esta manera resulta interesante desentrañar este fenómeno socio histórico a luz de la experiencia de los tomuzas que aunque usted no lo crea, el último grupo organizado de estos aborígenes fue confinado a una reserva en las entrañas de una montaña en Barlovento (Minas de Apa y Carapa entre Panaquire y San Francisco de Macaira), sus niños fueron sometidos desde muy temprana edad al desconocimiento de sus capacidades culturales hasta que desaparecieron como pueblo, tal cual hoy a nuestros niños les muestran la llamada “conquista” como un acto heroico de los españoles, incluso hoy nosotros que somos adultos comunes, no académicos porque ellos tienen toda la sapiencia del estudio y las rutas metodológicas para encontrar verdades, nos extrañamos cuando nos dicen “mira los españoles no ganaron ninguna conquista” que aunque es difícil creer, no fue sólo un acto de ficción como lo es la novela Tomuzas, sino una realidad que estamos obligados a revisar científicamente para dignificar la verdadera historia de los pueblos originarios de estas tierras.
Aldemaro Barrios Romero.
domingo, 26 de octubre de 2008
Las memorias del terror. El guerrillero venezolano: héroe o bandido.
Por Aldemaro Barrios. venezuelared@gmail.com
Viene a mi mente un comentario hecho por un militar nacido en esta zona y cuyo nombre me reservo por razones personales, en el que me indicaba que las atrocidades cometidas contra algunos campesinos en los años 70 y 80 se debió a que oficiales del ejército (algunos de la zona) para obtener u optar a grados superiores inventaban la existencia de grupos guerrilleros en estas zona del Orituco y procedían a hacer planes antiguerrilleros aplicando los métodos de la Escuela de las Américas, capturaban individuos inocentes, los encarcelaban, torturaban y sometían a los más viles tormentos de acoso psicológico y físico para justificar procedimientos militares que le valían a su hoja de servicio, sin haber ninguna evidencia que los inculpara como guerrilleros verdaderos.
Este relato viene a razón de una historia funesta de nuestra crónica regional que hoy nuestra memoria debe reconocer como un proceso de terrorismo de estado que todavía tiene consecuencias sobre la población de Altagracia, Guaribe y pueblos circunvecinos.
La visión que tenían algunos hombres y algunas mujeres de esta tierra que dedicaron su juventud y los mejores momentos de su vida a la lucha política, arriesgándola y entregándola por ideales de justicia, libertad y redención social que vemos concretarse en estos tiempos, fue vista en su momento como una acción sanguinaria, bandolera, esa fue la manera como a través de los medios se nos vendía la imagen de los insurgentes y que todavía se nos acecha como un fantasma.
Nombrar a uno, a dos o tres sería injusto puesto que el tiempo y el espacio no están disponibles para ello y por que además fueron incontables los campesinos que sufrieron el asedio terrorista del estado de entonces, héroes anónimos que no pedían nombradía, pero si debemos hacer el reconocimiento al guerrillero desconocido, al que los mecanismos de poder entonces estigmatizaron en una suerte de bandolero o asesino sanguinario, cuando por el contrario representaban una llama de esperanza en la vida de miseria desmesurada del campesinado pobre, sobre quienes cayeron toneladas de bombas, tiros y desolación, acoso y toda suerte de hostilidades que las generaciones actuales ni se imaginan.
Alguien en algún momento indicó que no se debía hablar de este tema porque todavía en el pueblo venezolano hay temores y resquemores de cuando la guerrilla actuaba en Venezuela, que no es conveniente tocar el tema por la sensibilidad que está en las mentes de algunos oficiales y que se trata de un tema que puede generar “antipatías” hacia la izquierda. Entiendo que estos mitos deben ser derrumbados en tanto se aborde con criterios científicos y con métodos de estudio serios, el tema y lo que realmente ocurrió, no solo para salirse al paso a estos “miedos” y a las mentiras de algunos escritores, políticos y aventureros de la jungla derechista nacional e internacional que han escrito o dicho, sino para dignificar un periodo de la historia de las luchas populares que marcó el destino y derivó en lo que hoy construye ese mismo pueblo.
No hay dudas que para ambos bandos hubo bajas que se cuentan como perdidas de vidas humanas irrecuperables, es lo lamentable de una guerra, son los resultados del sin fin de la lucha que los pueblos tienen que entablar para lograr su redención y recuperar la dignidad de vivir en democracia con plenas libertades civiles y asistiendo a la demanda de sus derechos políticos, sociales, culturales y económicos.
Ha permanecido en nuestra conciencia ese concepto ofensivo que dificulta la comprensión de la heroicidad del guerrillero y de nuevo la descalificación del concepto y la gesta guerrillera, que aunque derrotada por diversos factores que no me propongo analizar, significan un interesante alcance para la comprensión de una realidad que todavía hoy la vivimos en tiempo real. Solo la imagen del Ernesto Che Guevara, de su desprendimiento material y su condición humana han roto ese cerco subjetivo que estigmatizó al guerrillero venezolano y latinoamericano. Para un niño o un joven cubano un guerrillero es un héroe, un libertador, pero para nosotros con años de desprestigio y estigmatización negativa su nombradía nos evoca otro concepto.
Desgraciadamente el terrorismo de estado se puso en práctica, funcionó y dio resultados para la derecha entonces en el poder. La mentira y la desinformación metódica y coordinada por años nos “enseñó”, si vale el apelativo, a desconocer la valía del guerrillero.
Todo el aparataje mediático de guerra psicológica suscrito en los manuales de la Escuela de las Américas de los años 60 donde se formaron la mayoría de los oficiales que lucharon en la contrainsurgencia se aplicaron aquí, con métodos por primeras vez empleados en América y que fueron puestos en práctica inicialmente en estos pueblos en sus montañas que hacen límite norte de Guárico con Miranda. La desaparición forzada, el crimen, el asesinato y la tortura se hicieron eco en la voz de los comunes, el terror se esparció a veces mezclado con leyendas como ocurre con frecuencia en el llano.
Lo que hoy vemos que se aplica en Colombia en la lucha contrainsurgente, los desplazados, los bombardeos masivos, lo vivieron en los años sesenta, cientos de familias campesinas y vecinos de estos pueblos, a mediados y finales de los años 60 el terrorismo de estado fue aplicado como ensayo aquí en estas montañas y en estos pueblos por primera vez para desgracia y vergüenza de la humanidad.
Todavía hoy queda pendiente registrar los testimonios e información sobre lo que ocurrió durante los años sesenta para reconstruir un pedazo de la historia regional y nacional, que debe ser conocida y desmitificada desde el olvido y para que sea dignificada la memoria de cientos de hombres y mujeres de la ciudad y de estos campos que dieron su vida por principios éticos y morales que coinciden con el deseo humano de vivir en justicia social, igualdad de derechos sociales, políticos, económicos y culturales.
Viene a mi mente un comentario hecho por un militar nacido en esta zona y cuyo nombre me reservo por razones personales, en el que me indicaba que las atrocidades cometidas contra algunos campesinos en los años 70 y 80 se debió a que oficiales del ejército (algunos de la zona) para obtener u optar a grados superiores inventaban la existencia de grupos guerrilleros en estas zona del Orituco y procedían a hacer planes antiguerrilleros aplicando los métodos de la Escuela de las Américas, capturaban individuos inocentes, los encarcelaban, torturaban y sometían a los más viles tormentos de acoso psicológico y físico para justificar procedimientos militares que le valían a su hoja de servicio, sin haber ninguna evidencia que los inculpara como guerrilleros verdaderos.
Este relato viene a razón de una historia funesta de nuestra crónica regional que hoy nuestra memoria debe reconocer como un proceso de terrorismo de estado que todavía tiene consecuencias sobre la población de Altagracia, Guaribe y pueblos circunvecinos.
La visión que tenían algunos hombres y algunas mujeres de esta tierra que dedicaron su juventud y los mejores momentos de su vida a la lucha política, arriesgándola y entregándola por ideales de justicia, libertad y redención social que vemos concretarse en estos tiempos, fue vista en su momento como una acción sanguinaria, bandolera, esa fue la manera como a través de los medios se nos vendía la imagen de los insurgentes y que todavía se nos acecha como un fantasma.
Nombrar a uno, a dos o tres sería injusto puesto que el tiempo y el espacio no están disponibles para ello y por que además fueron incontables los campesinos que sufrieron el asedio terrorista del estado de entonces, héroes anónimos que no pedían nombradía, pero si debemos hacer el reconocimiento al guerrillero desconocido, al que los mecanismos de poder entonces estigmatizaron en una suerte de bandolero o asesino sanguinario, cuando por el contrario representaban una llama de esperanza en la vida de miseria desmesurada del campesinado pobre, sobre quienes cayeron toneladas de bombas, tiros y desolación, acoso y toda suerte de hostilidades que las generaciones actuales ni se imaginan.
Alguien en algún momento indicó que no se debía hablar de este tema porque todavía en el pueblo venezolano hay temores y resquemores de cuando la guerrilla actuaba en Venezuela, que no es conveniente tocar el tema por la sensibilidad que está en las mentes de algunos oficiales y que se trata de un tema que puede generar “antipatías” hacia la izquierda. Entiendo que estos mitos deben ser derrumbados en tanto se aborde con criterios científicos y con métodos de estudio serios, el tema y lo que realmente ocurrió, no solo para salirse al paso a estos “miedos” y a las mentiras de algunos escritores, políticos y aventureros de la jungla derechista nacional e internacional que han escrito o dicho, sino para dignificar un periodo de la historia de las luchas populares que marcó el destino y derivó en lo que hoy construye ese mismo pueblo.
No hay dudas que para ambos bandos hubo bajas que se cuentan como perdidas de vidas humanas irrecuperables, es lo lamentable de una guerra, son los resultados del sin fin de la lucha que los pueblos tienen que entablar para lograr su redención y recuperar la dignidad de vivir en democracia con plenas libertades civiles y asistiendo a la demanda de sus derechos políticos, sociales, culturales y económicos.
Ha permanecido en nuestra conciencia ese concepto ofensivo que dificulta la comprensión de la heroicidad del guerrillero y de nuevo la descalificación del concepto y la gesta guerrillera, que aunque derrotada por diversos factores que no me propongo analizar, significan un interesante alcance para la comprensión de una realidad que todavía hoy la vivimos en tiempo real. Solo la imagen del Ernesto Che Guevara, de su desprendimiento material y su condición humana han roto ese cerco subjetivo que estigmatizó al guerrillero venezolano y latinoamericano. Para un niño o un joven cubano un guerrillero es un héroe, un libertador, pero para nosotros con años de desprestigio y estigmatización negativa su nombradía nos evoca otro concepto.
Desgraciadamente el terrorismo de estado se puso en práctica, funcionó y dio resultados para la derecha entonces en el poder. La mentira y la desinformación metódica y coordinada por años nos “enseñó”, si vale el apelativo, a desconocer la valía del guerrillero.
Todo el aparataje mediático de guerra psicológica suscrito en los manuales de la Escuela de las Américas de los años 60 donde se formaron la mayoría de los oficiales que lucharon en la contrainsurgencia se aplicaron aquí, con métodos por primeras vez empleados en América y que fueron puestos en práctica inicialmente en estos pueblos en sus montañas que hacen límite norte de Guárico con Miranda. La desaparición forzada, el crimen, el asesinato y la tortura se hicieron eco en la voz de los comunes, el terror se esparció a veces mezclado con leyendas como ocurre con frecuencia en el llano.
Lo que hoy vemos que se aplica en Colombia en la lucha contrainsurgente, los desplazados, los bombardeos masivos, lo vivieron en los años sesenta, cientos de familias campesinas y vecinos de estos pueblos, a mediados y finales de los años 60 el terrorismo de estado fue aplicado como ensayo aquí en estas montañas y en estos pueblos por primera vez para desgracia y vergüenza de la humanidad.
Todavía hoy queda pendiente registrar los testimonios e información sobre lo que ocurrió durante los años sesenta para reconstruir un pedazo de la historia regional y nacional, que debe ser conocida y desmitificada desde el olvido y para que sea dignificada la memoria de cientos de hombres y mujeres de la ciudad y de estos campos que dieron su vida por principios éticos y morales que coinciden con el deseo humano de vivir en justicia social, igualdad de derechos sociales, políticos, económicos y culturales.
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